EL MAYOR INSULTO

Quise empezar con esta historia cuando me metí en la vaca loca de este blog, pero no supe por donde agarrar camino para contar el milagro sin nombrar el santo ni morir en el intento.

Se podría decir que “el mayor insulto” de mi vida reciente fue la gota que llenó la copa que me empujó a saltar, desnudo de vergüenza, a este abismo de ideas franqueado tan solo por el cariño, paciencia y generosidad de los que todavía están leyendo estos cuentos sin pies ni cabeza.

Durante una de esas tertulias decembrinas en casa de uno de mis mejores amigos en Miami, degustando placidamente una buena selección de tintos e hilvanando una retahíla de insensateces, mi amigo de los años se me acerca, me mira fijamente a los ojos, y con esa desparpajada naturalidad que lo caracteriza, me dice:
- Lo que pasa es que tu no hueles, ..... no hueles a hombre, no hueles a mujer... no hueles a nada”.

Su mirada afable pero tajante, sellaba esta escueta afirmación sin dar pie a la menor duda. Repito; que mayor insulto que este... no hueles a nada!.

Pero conociendo la astuta mente de mi amigo era evidente que no se refería al olor animal; ni tampoco al de las excreciones corporales, como el que dejan las fieras salvajes con su orín para demarcar su area de influencia, al igual que lo hacen sus contrapartes urbanas que con coquetas fragancias "de marca" intentan moldear el deseo ajeno y embriagar las mentes débiles.

Mi querido amigo de los años se refería a otro tipo de olor.... al olor de mi esencia. Su inodoro comentario aludía a esa fragancia que brota de las ideas y las palabras; al olor de las convicciones que se ratifican con la intención de la mirada; estoy seguro que se refería al aroma que deja estela, a un olor embriagante como el de estofado invernal en fogón de leña.
Si, indefectiblemente el se refería al perfume que cocemos con los efluvios de nuestra mente y que conforma las paredes del hogar donde habitan los ingredientes de nuestra madurez y el respeto de nuestras amistades.

Amigo mio, gracias por tus insultos; tu jocoso sarcasmo intelectual esta desenterrando las historias que poco a poco rescatarán el olor de Federico, que le permita a los que acompañan estas notas en la distancia, sentir mi aroma a través de estas palabras.

Coridefe – Enero 2006