Thursday, February 02, 2006


EN TODAS PARTES SE CUECEN HABAS!

En busca de fotos y momentos para ilustrar mi determinada reconquista de Miami, ayer me di de cabeza en la avenida de la playa en South Beach con una escena digna de las abatidas calles de cualquier capital islámica; y no por los protagonistas ni las reacciones, sino por el mensaje de intolerancia, odio y discordia que un desaforado individuo vociferaba a grito herido amparándose bajo el escudo de la religión y blandiendo una Biblia.
Es desalentador presenciar que durante este fascinante episodio de nuestra civilización que estamos viviendo, cuando mentes luminosas están escarbando las entrañas del universo para interpretar el camino de nuestra evolución y otra gran parte tratamos cotidianamente de participar en el concierto de ideas y libre expresión para seguir fortaleciendo la fuerza de la razón, todavía existe una inmensa porción de la humanidad atrapada bajo el mezquino liderazgo de algunos que, escudandose en una ciega interpretación de la fe y alimentando dobles estándares, se valen de la ignorancia de muchos para retroceder a las épocas mas oscuras de la historia de la humanidad.

Todos tenemos a flor de piel las desconcertantes imágenes que se están viviendo por estos días en el mundo islámico en respuesta a la incuestionable e irreverente libertad de expresión de occidente, sublimada accidentalmente con las trágicamente famosas caricaturas danesas, pero no estamos prestando adecuada atención a lo que esta sucediendo bajo nuestras narices y tomamos una actitud pasiva y complaciente ante los extremistas desalmados que insisten en imponer conceptos dogmáticos como cartilla de convivencia social, y utilizan distorsionadamente la belleza del mensaje espiritual para promover odio, intolerancia y discordia.

Así como promulgamos el derecho inquebrantable de expresión, deberíamos también imponer que el sagrado derecho de ejercitar la fe quede estrictamente circunscrito a la privacidad que garantiza el templo interior de cada ser humano cimentado por su espíritu y delimitado por su mente. Fuera de esas paredes solamente deberíamos regirnos bajo las leyes y principios morales democráticamente abrazados por cada sociedad.

Coridefe, Febrero 2006